Eran tiempos en 1990, en que estaban perforando las entrañas de la montaña del Tibidabo para atravesarla en lo que sería luego  el Túnel de Vallvidrera.

Pues bien, mientras las dos caras se iban perforando para encontrarse en el centro, justo antes cuando faltaban unos cincuenta metros me pidieron hacer una performance  en aquel lugar.

Por supuesto acepté encantado: la propuesta estaba a tono con la situación mía y de la montaña. Había que hacer, me dije, un canto de expiación al espíritu de la montaña del Tibidabo y al menos, mostrarle que se tenía conciencia de la intromisión desde el punto de vista telúrico.  Asi fue como embadurnado el cuerpo con el barro, sangre gris de la montaña, transformé en grito humano el dolor que ella sentía.

 Esto fue CANTO TELÚRICO A LOS ESPÍRITUS DE LA MONTAÑA.

Debido a las condiciones del momento no se podía acceder más que en vehículos especiales. Por motivos de seguridad se restringió el acceso únicamente a los medios de comunicación para pder documentar y difundir el evento.

El chamán telúrico había nacido de la tierra y celebraba rituales propiciatorios en grandes construcciones, de aquí que estas performances fueran denominadas como CHAMANISMO INDUSTRIAL.

CANTO  TELÚRICO

Más allá de la seducción,

el corazón y la voz del oficiante

entregarán como ofrenda,

en transmisión primordial,

a las energías centrales que rigen

el destino de nuestra particularidad

La profundidad de nuestra memoria, comprende

una expansión igual

a lo lejos de nuestra mirada,

así disfrutaremos mejor de nuestro cotidiano

sin separarnos del conocimiento

Nuestra actitud

no confundirá las formas del ser,

viviremos así un nuevo avance

de civilización,

impregnándonos

de infinitas crisálidas

de las que nacerán nuevos puntos

de luz y de razón

El poliedro de la reflexión liberará

infinitos sonrisas,

una nueva irradiación humana

de desprendimiento y amor