En 1997, de vuelta al refugio de los Pirineos, llevamos a cabo por primera vez una experiencia única en el proceso de evolución del canto telúrico.

Se trataba de transmitir a los habitantes del pueblo de Vidrà el canto telúrico en su coral y como canto libre abierto. A las 12h de la noche de un día de verano convoqué a todo el pueblo a la iglesia dando precisas instrucciones de no hacer ningún tipo de publicidad.

 El evento se celebraba únicamente para los vecinos del pueblo. Al final del canto telúrico a capilla, convoqué a todos los asistentes a cantar juntos siguiendo un patrón energético que yo mismo iba creando con el cuerpo.

Afortunadamente aquella inolvidable noche quedó documentada por María de Marías incluso con algunas entrevistas que realizó posteriormente a los participantes.