Kinesis

Año 1985
Género Performance
Obra Kinesis
Lugar Galería Metrònom. Barcelona

KINESIS fue uno de los más misteriosos y herméticos trabajos que supo mantenerse, por su estilismo, en una pureza extrema.

La acción consistía en que yo estaba sentado en medio de dos grandes fotografías mías de tamaño natural, una a la derecha y otra a la izquierda, y lo único que las diferenciaba era la posición del brazo. Entonces movía yo el brazo de una posición a otra de una forma imperceptible; ese movimiento duraba una media hora. Era como el movimiento del sol cuando está más alto. Es decir, yo, allá en medio, hacía de miles de fotografías; era una figura viva dando una presencia fotográfica. Pretendía captar el espíritu del propio fotógrafo.

A menudo he jugado con esta lectura ambigua entre la realidad y la ficción, como en el “Aperitivo”, en el que los espectadores veían maniquíes, y ahora, en “Kinesis”, veían, en un momento, una fotografía mediante un cuerpo viviente.

Ya sabéis que la palabra Kinesis viene del griego y significa movimiento. La apuesta fue del todo avanzada y pude permitirme una maravillosa aventura escénica. Fíjese que curioso, si durante un segundo presentamos 24 fotogramas de una persona en movimiento, como ocurre en las proyecciones cinematográficas, percibimos una absoluta ilusión de movimiento. Pero ya sabéis que no es así. Entre fotograma y fotograma existe una porción que no ha sido fotografiada pero que nos parece que percibimos. Y ahora viene lo más interesante: ¿qué ocurre en estos momentos vacíos? ¿Qué alma tiene esta ausencia?

Aquí el juego es doble. ¿Qué quedará como fundamento? Porque resulta que existe otro elemento muy importante y casi todavía hoy increíble. El ser humano no tiene tan sólo la capacidad de reproducir emociones y hacerlas creíbles, como hacer reír o llorar, divertir o aburrir, sino que lo realmente escalofriante es que, como seres humanos, tenemos además la capacidad de emitir códigos energéticos de información que pueden llegar al sistema receptor e informarle de una ilusión que hace pensar a ese receptor que es real. ¿A qué me refiero? Si estoy viendo dos imágenes, con la misma claridad y del mismo tamaño, pero una es una fotografía y la otra la imagen en vivo, ¿en qué se pueden llegar a diferenciar, si además ambas imágenes están en total inmovilidad? La información que hemos recibido en las neuronas de una de las dos imágenes nos dice “eso que ves es una fotografía”. Ahora bien, ¿qué ocurre si el centro emisor del performer emite en tu cerebro el código energético: “¿estás viendo una fotografía”? Podrías llegar a no diferenciar una imagen de otra.

¿Recordáis aquellas tribus aborígenes del Amazonas que tenían la capacidad, en momentos de peligro, de hacerse invisibles a la percepción humana? La comunicación no tiene límites, y esto es sólo el principio.

En “Kinesis” se trataba únicamente de presenciar cómo el performer era capaz de reproducir lo que está viendo de sí mismo en una fotografía. Yo no estoy, sólo existo como una foto de mí mismo. Primer punto y fundamento esclarecedor. Segundo punto: ¿Qué ocurre con el vacío entre dos fotogramas? En la foto de la izquierda, el brazo está apoyado en la falda y durante veinte minutos el brazo del performer se desplazará hacia lo que se supone que es el próximo fotograma. Aquí la emisión energética es: estás viendo el vacío entre dos imágenes fotografiadas que crean la ilusión del movimiento y yo, performer, transmitiré ese vacío.

Ahhh… qué maravilloso limbo de la existencia, poder flotar en esta nada. Esto era “Kinesis”.

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PRENSA

El actor Albert Vidal presenta en la galería Metrónom la acción parateatral «Kinesis». Jacinto Antón