Màscares i moviment

Año 1969
Género Teatro de máscaras
Obra Màscares i moviment
Presentación Teatro Romea. Barcelona

La presentación se hizo en el marco de los entonces «Dilluns del Romea», ciclo y teatro que dirigía Carles Lloret. Aquella noche del 22 de septiembre de 1969 había gran expectación. Y con el teatro hasta la bandera, el público descubrió algo que para ellos entonces era muy nuevo y que fue el presenciar un espectáculo en su casi totalidad dedicado al arte del porte de la máscara.

Clamorosa reacción de público y crítica, sorprendidos al ver las máscaras tradicionales de carnaval de las fiestas de Catalunya, por primera vez en escena, y procedentes casi en su totalidad de los talleres del Ingenio de Barcelona. Con este espectáculo abríamos una nueva etapa de lo que serían los espectáculos de la compañía «Els Comediants» durante unas décadas.

Es bueno sentir, y ésta es la principal función del pionero, del oteador que atisba nuevos horizontes en el mundo de la creación escénica, es bueno, repito, porque esto me ha sucedido a menudo a través de mi trayectoria, el tomar más interés en descubrir las minas de metales preciosos que no el montar las industrias de explotación de lo que se puede ir extrayendo. No quisiera pasar por alto este espectáculo sin recabar de él algunos aspectos que se anunciaban ya como premonitorios de lo que posteriormente serían grandes hallazgos.

Me refiero específicamente a una breve pieza titulada «La Pantera» y que cuarenta años más tarde me he encontrado algún espectador que me recordaba el impacto que causó en él este breve trabajo de movimiento. Me refiero a Mario Gas con quien tuve el gusto de trabajar recientemente como actor para una obra estrenada en el Teatre Lliure de Barcelona.

Paso a relatar literalmente lo que en realidad sucedía dentro de aquel entonces mi joven cuerpo Recostado en el suelo, el cuerpo pantera-hombre alza lentamente el brazo izquierdo hasta la posición vertical abriendo seguidamente el puño cerrado hasta la extensión de los dedos de la mano. Ya de por sí, este breve gesto conllevaba, podríamos llamarla, una dicotomía física que participaba de las dos esencias: ser humano y ser pantera. Con el transcurso de los años he llegado a entender el enorme privilegio del que disfrutamos en este planeta y que nunca deberíamos olvidar, y que es la capacidad de viajar hacia la esencia de cualquier manifestación de lo creado. Es de por sí un mero gozo de fusión y de conocimiento, y no creo que exista otra entidad viva en la naturaleza que tenga esta privilegiada capacidad de transubstanciación,

esta enorme disponibilidad que a algunos les puede parecer debilidad, es en realidad lo que más nos acerca a sentirnos, como decía antes, seres privilegiados de la creación. La pantera herguía su cuerpo dentro de lo que adivinaríamos ser una jaula del parque zoológico y respondiendo a sus impulsos vitales de iniciar una jornada para alcanzar fructíferamente o no alguna presa. En ella, en este selvático animal, el impulso programado en sus genes era superior a la conciencia de sentirse enjaulado por el hombre. Así de izquierda a derecha, entre lo que se suponía ser los límites laterales de la jaula, deambulaba rutinariamente rozando ante su vista los barrotes de su prisión. Por supuesto nada de lo explicado era visible como no fuera el mero movimiento entre altivo y resignado de su ausente dinámica (deambular).

Tras un momento de paroxismo a derecha e izquierda, la resignación ganaba a la altivez y ahí se abandonaba una vez más en el pavimento de aquella imaginaria celda. Aquella pantera nos había comunicado algo muy intrínseco y como viniendo de quien conoce el artificio de nuestras propias limitaciones.

Es para mí, ahora visto en la distancia, la pieza de MÁSCARAS Y MOVIMIENTO que resalta con mayor interés ya que, como veremos en la consecución del itinerario, llevaba ya el germen de lo que doce años más tarde llegaría a ser EL HOMBRE URBANO y del cual hablaremos más tarde en esta exposición. Esta pantera ya llevaba el ADN de un trabajo que continuaría durante décadas.

El estreno en el teatro Romea de MÁSCARAS Y MOVIMIENTO tuvo un celebrado epílogo que fue la colaboración con la entonces también incipiente compañía de marionetas «La Claca» de Joan Baixas y Teresa Calafell. Todos era la primera vez que presentábamos nuestro trabajo en un escenario a la italiana y de gran aforo.

En este número en el que combinábamos las marionetas de guante en un escenario de guiñol y que simbolizaba el poder, comentaba el ardid de lanzar al populacho, representados por Celia y yo mismo, por tanto «máscaras», una pelota de fútbol para que se distrajeran y se olvidaran de sus revindicaciones.

Programa del espectáculo, Teatro Romea, 1969

PRENSA

Espectáculo más circense que teatral, sin duda, pero de una innegable calidad, en relación con la ductilidad, la maestría, el dominio absoluto de la expresión corpórea de estos singulares artistas.

DIARIO DE BARCELONA. M.L.M. 26.09.69

El recital espléndido ofrecido por Vidal y Miss Booth está lleno de sutiles encantos, es de una singular variedad de matices y alcanza puntos de expresividad, realmente insospechados.

LA VANGUARDIA. M.R.26.09.69

El público premió su labor con aplausos constantes y realmente entusiastas. La inlgesa y el catalán son maestros en su difícil especdialidad de teatro de máscaras y movimiento.

EL NOTICIERO UNIVERSAL. José Martín.23.09.69

Escenifican lo más básico de la naturaleza humana, lo que afecta a «todo» hombre, en sus esferas más íntimas y también en sus aspectos más primarios. Unos juegos van desde aprender la A a hacer de mantequilla.

EL CORREO CATALAN.B. 21.09.69

Albert y Cee, gracias a un profundo estudio psicológico y a una increíble flexividad física, adaptan el cuerpo a la máscara. Es una labor paciente, obstinada, extenuante en algunos casos. Pero de resultados maravillosos.

TELE/EXPRESS.Sempronio.09.09.69

Aquí l’actor no era aquell que tenim per costum de veure, sinò un artista que balla, mima, juga amb la veu, treu partit de tots els objectius que manipula, i té mig peu ficat al circ: en suma, un actor, i no un recitador.

PRESENCIA. Albert Boadella

PRENSA