Año | 1980 |
Obra | Teatre de revista |
Director | Bob Destiny |
Teatro | El Oasis, Zaragoza |
Había sentido siempre una curiosa empatía por este género artístico ya casi totalmente desaparecido en su genuina forma y que era el Teatro de Revista. La comunicación directa de los cómicos con los espectadores, el contenido erotismo de las vedettes, las glorias del Paralelo que tuve el privilegio y el placer de ver en directo, Johnson y Escamillo en aquel que fue famoso el Molino gestionado por Doña Fernanda. Yo era cliente asiduo y disfrutaba enormemente entrando en aquel lugar en donde lo que sucedía en la platea y en el patio de butacas era tan vivo como el espectáculo.
Oí que en Zaragoza había un lugar parecido que era el Oasis. Allí me dirigí sabiendo que era inútil volver a las montañas a sentir las caricias de los primeros rayos de sol, pues mi mente estaba aún y por un tiempo apresada en la nostalgia. Me presenté ante Don Celestino, el empresario del Oasis. No le presenté ningún crédito de mi incipiente itinerario en las artes escénicas, sino más bien todo lo contrario, que como era joven y no tenía trabajo que no me importaría entrar en la compañía como aprendiz de cómico y que si servía, con el tiempo, él ya vería. Recuerdo la noche en el despacho de Don Celestino en que me dijo «arrodíllate , te voy a bautizar», posó su mano en mi frente y me dijo «a partir de ahora te llamarás Cachito».
Estuve así varios meses trabajando en el Oasis como «espalda» del Carbonilla, cómico que según contaba había nacido en un carro de feriantes ambulantes. Aprendí mucho en aquel teatro. En mi camerino puse un enorme póster que me había regalado Escamillo además de una de sus famosas capas, el genial Escamillo, cómico del Molino.
Ese era el momento perfecto, estar trabajando en un teatro lumpen en un barrio de prostitutas y cuya programación por supueso no merecía ninguna atención por parte de los privilegiados estamentos culturales. ¡Qué savia más fresca, cuando veía rebotar en el escenario algún envase de refrescos acompañado de jocosas frases obscenas! Qué bien que en España aún quedaban templos báquicos licenciosos y mundanos con la alegría y vitalidad paganas propias de gentes en el fondo bastante buenas e inocentes.
Pipirijaina. Albert Vidal «Cachito» por unos meses. Francisco Ortega. No.21.3/82