Año | 2007 |
Género | Teatro |
Obra | Soy la solución |
Presentación | Buenos Aires |
Siguiendo el flujo normal en la libertad del acto creativo, nos estamos refiriendo, salvo pequeñas modificaciones, al texto original de «El Príncipe».
Cuando ya lo habíamos presentado en Sevilla, con el máximo soporte multimedia, iluminación refinada y acompañamiento en vivo y en directo, hicimos una versión completamente despojada en la que subsistía únicamente el trabajo del actor.
Por eso, y para no crear confusión, se le dio el nombre de “Soy la solución” en su estreno en Buenos Aires, en el teatro «El Nudo», en la calle Corrientes. Posteriormente se hicieron representaciones en España, como la temporada en Madrid, en el «Teatro de la Abadía».
PRENSA
Buenos Aires. LA NACION. Albert Vidal: actor de muy buenos recursos. Carlos Pacheco. mayo/5/2007
Buenos Aires.LA NACION. Un catalan subyugado por Buenos Aires. Carlos Pacheco. abril/13/2007
Buenos Aires. PAGINA /12. El irónico maestro de feria. Hilda Cabrera. mayo/16/2007
Posteriormente se hicieron las representaciones en España, como la temporada en Madrid, en el «Teatro de la Abadía».
PRENSA
EL PAIS. El «abominable» bufón de las nieves. Rosana Torres. abril/22/2008
CRITICA
MAESTRO, QUÉDATE!
Cuando acabó exhausto su monólogo el maestro, Albert Vidal, y el público puesto en pie al unísono estalló en una rotunda ovación cuajada de entusiasmo y admiración, este pedazo de actor, payaso, mimo, clown, bufón, coreógrafo, músico, pensador, visionario, mosca cojonera e investigador del alma que es Albert Vidal, en plenitud de forma y talento, carismático, magnético, inquietante, sobrecogedor, lúcido y entregado de todo corazón al impagable y maravilloso ritual del teatro, le dirigió al público unas palabras, antes de dejar definitivamente el frío y desnudo escenario en el que había protagonizado uno de los milagros más milagrosos que se recuerdan en los cuarenta años de este festival, que hoy vive inmerso en un agridulce cumpleaños, para recordar que hacía treinta años que él ya había actuado en San Javier, y que el recuerdo de su regreso y del recibimiento del público le acompañaría ya para siempre, así en Oriente como en Occidente, así cuando medite en lo alto de la más alta montaña que cuando descienda al peor infierno urbano de la más infernal de las ciudades.
… Una hora gloriosa de teatro en estado puro y dorado, teatro arrebatador y sincero, desnudo de todo artificio y cuajado de belleza, con esa capacidad que tiene el teatro en estado puro de dejarte completamente desnudo no sólo frente al mundo, sino ante ti mismo, desnudo por completo tras asistir a una batalla entre el Bien y el Mal, los dioses falsos y verdaderos, la dignidad y la ética frente a la basura moral, la mentira y la grosera ambición sin medida.
Todo eso hecho verdad sobre el escenario por un actor en estado de gracia, sin escenografía ni música alguna, sólo con el poder de su voz magnífica y volcánica, y de la interminable capacidad de sacar posibilidades de comunicación de su propio y diminuto cuerpo. Se transforma Vidal en volcán, ángel, demonio, bebé, anciano, banquero, político, público consumista, artista contemporáneo, asesino, víctima, manipulador, cretino, salvaje, tierno, esperanzado, desesperado, mensajero de buenas noticias, publicista, rey y mendigo.
Se le nota al cómico la influencia de lujo de otros grandes como Darío Fo -¡no se pierdan el 31 de agosto su actuación en el Festival de Albacete, con Rosa Fresca Fragantísima!-, Jacques Lecoq y Kazuo Ohono, y que sabe sacar partido al tiempo invertido en aprender técnicas de danza topeng en Bali, butoh en Japón y danzas de posesión borí en Nigeria. Y se le nota que ha dado la vuelta al mundo con sus locuras, creando a principios de los 90 un género propio que él denomina arte telúrico.
Qué gusto volver a disfrutar del mejor Albert Vidal, el que nos hizo llorar de la risa mostrándonos cómo se las gastan delante de nuestras narices todos los políticos que terminan abrazándose a la corrupción; el Albert Vidal que nos recordó la importancia de la magia y el amor a la naturaleza, la importancia del placer y de la bondad, la hermosa responsabilidad de no abandonar a su suerte a los ancianos que un día todos seremos…; el Albert Vidal que dejó abiertas en el público heridas sobre las máscaras que todos aceptamos llevar resignados…
LA VERDAD. Antonio Arco. 07.08.09